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La
rebelión popular que marcó la historia de Venezuela. Un cúmulo de
medidas antipopulares decretadas por Carlos Andrés Pérez y su gobierno, la progresiva
pobreza, y pérdida de credibilidad incitaron al levantamiento de las masas
populares.
La desesperación y el hambre provocaron que miles de personas saquearán
comercios e incendiarán vehículos como parte de sus reclamos por el elevado
costo de los precios de gasolina, transporte y el rechazo al paquete económico
neoliberal. Los organismos de seguridad del estado obedecieron las órdenes de
aplicar toda la fuerza policial, militar contra los manifestantes, provocando
la muerte a más de 5.000 ciudadanos, un sistema de brutal represión que
desencadena una de las peores masacres en el país, conocida como el “Caracazo”.
En Venezuela en el periodo liderado por los gobiernos de la democracia
representativa el poder político económico se desarrolló bajo lineamientos que constituían
en endeudamiento, devaluación monetaria, una caída insostenible y lenta a pesar
de estar dentro del “Boom Petrolero” en la década de los 70, este manejo provocó una escasez desproporcionada bajo lineamientos del Fondo Monetario
Internacional.
En el gobierno de Carlos Andrés Pérez las medidas inflacionarias llegaron al límite debido a muchos factores, la pérdida de credibilidad en la moneda incrementó la desconfianza en inversión privada, inflación desmedida, razones que el gobierno de Pérez decidió aplicar fuertes medidas del sistema de dominación y explotación del neoliberalismo salvaje que ocasionó el Caracazo.
Antecedentes
Debido al despilfarro y a la corrupta política económica que manejo Carlos Andrés Pérez y su gabinete de la noche a la mañana presentaron un programa de ajustes macroeconómicos denominado “Paquete Económico”, que llevaba el respaldo y el sello del Fondo Monetario Internacional, FMI.
El 16 de febrero de 1989, el jefe de estado Carlos Andrés Pérez decide aplicar de forma inmediata las nuevas medidas económicas y otras graduales al país, decisión que abarcaría en todo el sistema financiero, tipo cambiario, deuda externa, comercio exterior, política fiscal, servicios públicos, área social, incluyendo eliminación del control de cambio y liberación de precios. Según informaciones de prensa y alocuciones de la época señalan que el objetivo de Pérez era dar un giro a través del famoso programa neoliberal y que la aplicación del “paquete económico” sería un respiro para la población y se promoverían importantes cambios en la economía. Sin embargo, este proyecto no era otra cosa que un insulto al bolsillo del venezolano de a pie pero que evidenciaba un privilegio para las grandes empresas y a su entorno político.
Para el 1988 el país registraba un déficit público cerca de los 60 millones de dólares, el 7% del producto interno bruto, PIB. Un elevado endeudamiento, a consecuencia de no cancelar los intereses como capital de la deuda externa y la reserva internacional que era escasa. Mientras el pueblo venezolano cada día estaba asfixiado con la liberación de precios, aumento de gasolina, desabastecimiento, incremento en los gastos de servicios públicos provocaron la reacción popular que dejaría marcada en la historia como la más sangrienta y dolorosa que vivió el venezolano de a pie.
Gota que derramó el vaso
Un pueblo cansado por contemplar el abusivo manejo de las arcas del estado, el arbitrario uso del poder político, económico y social, y por la falta de garantías reaccionó inmediatamente frente al anunció que realizó el Ministerio de Energía y Minas, el 26 de febrero, en horas de la mañana, dictaminó la orden de alza de precios del combustible en un 30%, de igual manera con el mismo porcentaje ordenaron el alza del pasaje de transporte público a partir del 27 de febrero de 1989, con la venia de un aumento en un 100%.
Reacción popular
En la mañana del 27F-89. Todo empezó en Guarenas, Estado Miranda, una oleada de protestas surgieron debido al arbitraria e injusta alza de pasajes del transporte público, acción que generó una reacción popular abierta sin precedentes en toda la gran Caracas.
El hambre y la desesperanza estaban contenidas en los hogares de los vulnerables y humildes de sectores populares, hasta que explotó lo inevitable, muchos salieron a saquear negocios, bodegas, carnicerías, panaderías. La población llena de desesperación salió a proveerse de alimentos, bienes que jamás podían adquirir.
Los pobres de Venezuela se unieron espontáneamente a manifestar su inconformidad en varios territorios del país, ya no solo era Caracas y Miranda, se sumaron otros estados.
Plan Ávila
Se activa en Caracas el Plan Ávila, que consistía en atribuir a miembros del Ejército la seguridad y custodia de la ciudad, con el permiso de uso de armas de guerra para frenar las manifestaciones callejeras.
Por otro lado, el pueblo también se armo para su defensa frente a las acciones militares. Hubieron caídos en la rebelión de un lado y del otro, sin embargo, el número de muertos de la sociedad civil superó considerablemente.
"Maldito el Soldado que apunta su arma contra su pueblo"
Legado que los miembros de las Fuerzas Armadas olvidaron el 27F-89
Tres días de angustia 27, 28 y 29 Febrero.
En vista de los saqueos, el gobierno declara estado de emergencia, suspendidas las garantías y activa el toque de queda, militarizó Caracas y apago la voz del pueblo con violencia y muerte.
Carlos Andrés Pérez con el propósito de detener la protesta popular, suspende las garantías constitucionales de la carta magna de 1961, entre ellas libertad y seguridad personal, libertad de tránsito, inviolabilidad del hogar, libertad de expresión, derecho de reunión y derecho de manifestación y activa la orden de represión.
Los organismos de seguridad del estado, Fuerzas Armadas, Guardia Nacional
y Policía Metropolitana obedecieron la orden emanada por el gobierno nacional,
arremetieron con violencia los disturbios generando un descontrol total frente
a una rebelión anunciada durante el 27, 28 y 29 de febrero.
Jóvenes soldados salieron a las calles para “controlar”
a su pueblo, una represión sin límites hizo a su propia gente con fusiles en
mano les dieron muerte, las calles de
Caracas se bañaron de sangre del pueblo, la persecución se hizo evidente contra
quienes lideraban o eran simpatizantes de izquierda, muchos fueron apresados,
presos, perseguidos y desaparecidos.
El
hambre, dolor y llanto invadían las calles de Guarenas, Caracas, Catia,
Antímano, El Valle, Coche, San Agustín y barrios cercanos a la ciudad, muchos
sectores vivieron violencia y represión desmedida.
Con
el toque de queda, los asesinatos, desapariciones, detenciones, torturas, ajusticiamientos
se activaron a nivel nacional, en Caracas aparecieron por las calles,
avenidas de las barriadas muertos por doquier, las aguas del río Guaire se tiñeron de
sangre y yacían los cadáveres. En vista de la cantidad de muertos se
abrieron fosas comunes, los camiones con urnas asomaban por cada esquina. En el
populoso barrio 23 de enero, sus edificios eran cernidores de balas, sin piedad
los militares dispararon contra el pueblo, gritos de madres y niños retumban en
la memoria de muchos habitantes al recordar este triste acontecimiento.
La Peste
Caracas se convirtió en una ciudad triste y sombría durante varios días.
El Plan Ávila termina, luego de una masacre cruel al pueblo caraqueño, el gobierno decreta levantar el toque de queda, los militares y guardias nacionales emprenden su retirada junto a la conocida represora Policía Metropolitana.
El gobierno de Pérez aseguró apoyar económicamente a los familiares de las víctimas y víctimas de esta vil masacre compromiso que jamás se hizo efectivo.
Familiares de la víctimas identifican osamentas 30 años después
Muchos muertos fueron llevados a La Peste, en un lugar ubicado en el Cementerio General del Sur, centenares de fallecidos sin nombre fueron sepultados en un hoyo profundo, para silenciar la ignominia popular.
Esta fecha dejó huellas imborrables en la población venezolana.
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