jueves, 14 de enero de 2021

Simón Rodríguez, padre de las ideas de independencia y libertad





 “La instrucción social para
hacer una nación prudente,
la instrucción corporal para
hacerla fuerte,
la instrucción técnica para hacerla
experta y la instrucción científica
para hacerla pensadora”
 
                                                      Simón Rodríguez




Nace el 28 de octubre de 1769, en Caracas. Muere el 17 de julio de 1853 en Perú, bautizado con el nombre de Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez, conocido en el exilio como Samuel Robinson. Sus padres fueron Rosalía Rodríguez y el clérigo Alejandro Carreño, quien lo cría hasta su muerte. El tío José Cayetano Carreño asume la tutela del niño Rodríguez.

Fue pedagogo, pensador filosófico, escritor de obras históricas. Su formación se basa en los referentes como: Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Locke y Saint-Simon. Se alejó de todo tipo de dominación monárquica; su influencia intelectual fue decisiva para iniciar las guerras de independencia y comenzar a contribuir con un continente republicano e independiente.

Desde los 22 años se dedicó a la educación, para “formar ciudadanos por medio del saber”, inicia formalmente cuando el Cabildo de Caracas, le autoriza el ejercicio en la docencia, en la escuela de primeras letras para niños. Entre sus estudiantes estaba el niño Simón Bolívar, quien recibía clases de lenguas española y latina, aritmética e historia hasta los 14 años. Fue mentor y maestro del joven Simón a quien inculcó una educación basada en ideas de igualdad e independencia.

En 1875, el niño Bolívar se fuga de la casa de su tutor, y por esta razón le envían a vivir en casa de su maestro Simón Rodríguez, quien asume la tutoría absoluta del niño.
Simón Rodríguez fue un incasable viajero, recorrió el mundo.

En 1793 contrae nupcias con María de los Santos Ronco.

Exilio

Se afirma que en 1797 Simón Rodríguez formó parte de la conspiración de Manuel Gual y José María España y por tal razón tuvo que huir hacia la Guaira para salir a Jamaica, para no volver jamás a su país.

En Jamaica residió por algunos años, y cambió su nombre a Samuel Robinson. Posteriormente, se traslada a los Estados Unidos y vive ahí hasta 1800.

En 1801 viaja a Francia, en 1804 en la ciudad de Atala de Chateubriand se reúne con Simón Bolívar, juntos atraviesan los Alpes y entran a Italia, Roma, aquí juran dedicarse a la causa independentista de Hispanoamérica. 

En un texto, que guarda la memoria de Rodríguez, reza: "Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español".  A finales de 1805, retornan a París y se separan.

En 1806 inicia un largo caminar por Europa, vivió en Italia, Alemania, Prusia, Polonia, Rusia y Londres. En 1823 llega a Londres, se reúne con Andrés Bello, que también fue su estudiante. Ahí crea un novedoso sistema de enseñanza destinado al buen aprendizaje y uso de la escritura con signos de puntuación, admiración y exclamación, mayúsculas, subrayados, etc. En el mismo año, decide regresar a América después de un largo exilio.

Regreso a América

Ingresó por Cartagena de Indias. Simón Bolívar, se entera e inmediatamente le escribe el 19 de enero de 1824 desde Pativilca, Perú: "Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló... No puede Ud. figurarse cuán hondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que Ud. me ha dado, no he podido jamás borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que Ud. me ha regalado". Simón Rodríguez atiende el llamado del libertador y viaja al Perú a finales de 1824. A su paso por Ecuador dejó importantes acciones: en Latacunga, Cotopaxi dicta clases de agricultura y botánica en el Colegio Nacional; en Quito presenta al Gobierno un Plan de colonización para el Oriente de Ecuador y en Ibarra, funda la "sociedad de socorros mutuos".

En 1825 Simón Bolívar lo recibe en Lima, de inmediato lo incorpora a su grupo de colaboradores e inician un recorrido por Perú y Bolivia. Le otorga el cargo de "director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes y como director general de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana". Al iniciar las clases en la Escuela Modelo, recién instalada, tuvo más de 200 estudiantes. El plan de enseñanza diseñado por el maestro Simón Rodríguez era innovador, agrupaba a los estudiantes y se fusionaba la técnica y el espíritu. Los niños, participaron activamente a las tareas de aprendizaje, en el tiempo de ocio, eran observados por personal facultativo para identificar las inclinaciones de cada estudiante. Estos métodos no fueron comprendidos y tuvo sus detractores, por ser excesivo el costo del programa, desalentado Rodríguez renunció al cargo, escribió una carta a Bolívar manifestando su decepción e incomprensión que había tenido.

Simón Rodríguez tiene varias divergencias con el Mariscal Antonio José de Sucre, por lo que renuncia a todos sus cargos en 1826, y se va de Arequipa. En 1828 publica la obra “Sociedades Americanas en 1828, cómo son y cómo deberían ser en los siglos venideros”. En 1830 escribe el libro “El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social”. Ensayo científico “Observaciones sobre el terreno de Vincocaya”.

En 1834, de Lima decide ir a Chile, le invitaron a participar en cambios educativos y acepta la dirección del Instituto Libertario de Concepción. Publica su libro "Luces y virtudes sociales". Presenta el “Informe sobre Concepción después del terremoto de febrero de 1835”. Un terremoto que determinó que Rodríguez saliera a Santiago de Chile.

Rodríguez se encuentra por segunda vez con Andrés Bello, en Santiago de Chile, juntos impulsarían la creación de la universidad fundada por el humanista.  En Valparaíso reedita "Luces y virtudes sociales" (1838) y pública artículos en el periódico El Mercurio.

Debido a su situación personal y profesional, con los proyectos en fracaso, hicieron que sienta temor por sus ideas y sus obras, hasta tal punto que en 1842 escribió: “La experiencia y el estudio me suministran luces, pero necesito un candelero donde colocarlas: ese candelero es la imprenta. Ando paseando mis manuscritos como los italianos sus Titirimundis. Soy viejo y, aunque robusto, temo dejar, de un día para otro, un baúl lleno de ideas para pasto de un gacetillero que no las entienda. Si muriera, yo habría perdido un poco de gloria, pero los americanos habrían perdido algo más”.

Viajó a Ecuador, en Quito entres las clases, fundó una fábrica de velas, y luego viajó Colombia hasta devolverse a Ecuador.

Últimos años y muerte

En 1842 se encuentra en Lima, donde reedita su obra "Sociedades americanas" publicada en 1828. Un año después viaja al Ecuador, en su paso por el puerto de Paita (Perú) se reúne con Manuela Sáenz, enferma y de avanzada edad. A Ecuador llega a fines del mismo año, visitando Guayaquil, Quito y residiendo luego en Latacunga donde dio clases en el colegio San Vicente.
 A los 82 años presenta una conferencia que causó asombro, evidenció sus experiencias y sus ideas.

En 1853, se trasladó a la localidad peruana de Amotape, acompañado de su hijo José y Camilo Gómez, amigo y compañero de su hijo. Quien lo asistió en el momento de su muerte, el 28 de febrero de 1854.

Setenta años después de su deceso, sus restos fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima. El 28 de febrero de 1954, fueron devueltos a Caracas, donde reposan en el Panteón Nacional.

El gran pensador americano

En su afán de convertir en verdaderas repúblicas, diseña un proyecto basado en la colonización del continente por sus propios habitantes y en la formación de ciudadanos a través del saber. Por su incesante lucha en favor de la educación popular, por la originalidad de sus pensamientos, honestidad, trascendencia de ideas innovadoras en pedagogía y sociales es considerado como el gran maestro de maestros.

Propuso la inclusión social a través de la ‘escuela para todos’, la formación para el trabajo y la adquisición de nuevos hábitos que posibilitaran las relaciones sociales propias de un sistema republicano.

Simón Rodríguez plasmaba una sustancial diferencia entre instruir y educar: “Instruir no es educar; ni instrucción puede ser equivalente de la educación, aunque instruyendo se eduque”. Lo uno significa conocimiento; lo otro, orientación, criterio, conciencia. Se educa al instruir, pero solo en pequeña parte, con acumular conocimientos extraños al arte de vivir, nada se ha hecho para formar la conducta social (Rodríguez, 1975d, p. 76).   

Frases

 ✔ ¿Dónde iremos a buscar modelos? La América Española es original. Original han de ser sus instituciones y su Gobierno y originales de fundar unas y otro. O inventamos o erramos.

 ✔ Adquirir luces sociales significa rectificar las ideas inculcadas o mal formadas. mediante el trato con la realidad en una conjugación inseparable de Pensar y Actuar bajo el conocimiento de los principios de independencia y generalización absoluta.

 ✔ Adquirir virtudes sociales significa moderar con el amor propio, en una conjugación inseparable de Sentir y Pensar, sobre el suelo moral de la máxima “. Piensa en todos para que todos para que todos piensen en ti” que persiguen simultáneamente el beneficio de toda la sociedad y de cada individuo.

 ✔ El maestro de niños debe ser sabio, ilustrado, filósofo y comunicativo, porque su oficio es formar hombres para la sociedad.

 ✔ La etapa Colonial Española, impuso su cultura, su religión, sus leyes, se produjo la cultura de la dominación, de la explotación de la exclusión social, en la América de habla española. 

 ✔ El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es al que enseña a aprender; no al que manda aprender o indica lo que se ha de aprender, ni al que aconseja que se aprenda. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones, sigue enseñando virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender.

 ✔ Toca a los maestros hacer conocer a los niños el valor del trabajo, para que sepan apreciar el valor de las cosas.

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Giovanna Proaño Moreno

Ilustración: Yeíson Zambrano "Cáspitas"

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