Insigne humanista, filólogo, jurista, escritor, pedagogo y poeta, considerado como una de las figuras más relevantes del humanismo liberal. Un verdadero maestro poseedor de un elevado bagaje cultural e intelectual.
Nace el 29 de noviembre de 1781, en Caracas, Venezuela. Muere en Chile el 15 de octubre de 1865, a los 84 años. Su crianza se desarrolló en casa de su abuelo materno, Juan Pedro López. Sus padres fueron Bartolomé Bello y Ana Antonia López.
Entre sus guías tuvo al fray Cristóbal de Quesada, de quien aprendió literatura y humanismo clásico. Se gradúa de bachiller en Artes, el 14 de junio de 1800. Apasionado por la lectura y con su habilidad de autodidacta domina los idiomas francés, inglés y el castellano lo estudia desde varias perspectivas. En esta etapa Andrés Bello ejerció la docencia, entre sus estudiantes estuvo el joven Simón Bolívar y acompaño al barón Alejandro Von Humboldt en sus expediciones científicas en las diferentes colonias.
Sus obras
Londres
El 19 de abril de 1810, Andrés Bello se suma a las acciones revolucionarias que provocarían la independencia de Venezuela. La Junta Suprema de Caracas lo designa como Oficial Primero dentro de la Secretaria de Relaciones Exteriores.
En junio de 1811, viaja a Londres como representante de Venezuela para conseguir alianzas para la independencia de su país, paralelamente trabaja como profesor y bibliotecario con José María Blanco White y colabora como redactor en el periódico El Español.
En Londres estrecha lazos de amistad con el escritor y político Francisco de Miranda.
En 1812 Andrés Bello intenta regresar a Venezuela, debido a la mala situación económica que presentaba en esos momentos.
Contrajo matrimonio con Mary Ann Boyland, en 1814, con quien tuvo tres hijos. Lamentablemente, en 1821, ella muere. En 1824, se casa con Elizabeth Antonia Duna, joven de 20 años, su eterna compañera, con quien tuvo 12 hijos.
En Chile
En 1813 conoce y enlaza lazos de fraternidad con Francisco Antonio Pinto, diplomático chileno, y con esta relación de amistad, estrecha lazos de vida y trabajo con Chile para ocupar espacios políticos, académicos hasta el final de sus días.
En 1829 es nombrado oficial mayor del ministerio de hacienda; en 1830 se inicia la publicación del periódico El Araucano, como principal redactor hasta 1853; en 1834 ocupa la oficialía mayor del ministerio de relaciones exteriores; en 1837 asume como senador de la República hasta 1855; en 1842 se decreta la fundación de la Universidad de Chile, cuya inauguración en 1843 es el acto más transcendental de la vida de Bello; en abril en 1847 publica la primera edición de la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos; en 1851 es designado miembro honorario de la Real Academia Española, y en 1861 miembro correspondiente; en 1852 termina la preparación del Código Civil chileno, que es aprobado por el Congreso en 1855; en 1864 se le elige árbitro para dirimir una diferencia internacional entre el Ecuador y Estados Unidos.
Muere en Santiago de Chile el 15 de octubre de 1865.
Debido a sus escritos, obras, pensamiento, postura frente a la civilización y por su sabiduría al enseñar, Andrés Bello es considerado como el primer humanista de América.
Miserere
¡Piedad, piedad, Dios mío!
¡Que tu misericordia me socorra!
Según la muchedumbre
de tus clemencias, mis delitos borra.
lávame más y más; mi depravado
corazón quede limpio
de la horrorosa mancha del pecado.
toda la fealdad de mi delito,
y mi conciencia propia
me acusa y contra mí levanta el grito.
a tu vista obré mal; para que brille
tu justicia, y vencido,
el que te juzgue tiemble y se arrodille.
nací, de iniquidades mancillado,
y en el materno seno
cubrió mi ser la sombra del pecado.
y para más rubor y más afrenta,
tesoros me mostraste
de oculta celestial sabiduría.
me rociarán, y ni una mancha leve
tendré ya; lavárasme,
y quedaré más blanco que la nieve.
de consuelo y de paz en mis oídos,
y celeste alegría
conmoverá mis huesos.
tu faz, ¡oh, Dios!, de mi maldad horrenda
rastro de culpa por tu enojo encienda.
un corazón que con ardiente afecto
te busque; un alma pura,
enamorada de lo justo y recto.
en que al lloroso pecador recibes,
no me arrojes airado
ni de tu santa inspiración me prives.
que es del alma salud, vida y contento;
y al débil pecho infunde
de un ánimo real el noble aliento:
haré que el hombre injusto
de su razón conozca el extravío;
le mostraré tu senda,
y a tu ley santa volverá al impío.
¡mi Dios, mi Salvador! ¡Inmensa fuente
de piedad! Y mi lengua
loará tu justicia eternamente.
si santo un pecador que llora alcanza,
y gozosa a las gentes
anunciará mi lengua tu alabanza.
gratas a Ti, las inmolará luego;
pero no es sacrificio
que te deleita el que consume el fuego.
es la expiación que a tu justicia agrada:
la víctima que aceptas
es un alma contrita y humillada.
rostro primero y tu piedad amante
y sus muros humilde
Jerusalén, Señor, al fin levante.
se colmarán tus aras y propicio
recibirás un día
el grande inmaculado sacrificio.
Andrés Bello
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